El de este año, será un 1° de mayo atípico. No habrá manifestaciones con pancartas en la calle, no escucharemos consignas defendiendo los derechos de los trabajadores/as y el trabajo digno. La crisis provocada por el Covid-19 ha hecho que nos quedemos en casa, en el mejor de los casos, teletrabajando. ¿Pero qué ha pasado con esas trabajadoras y trabajadores que han perdido el empleo? Como siempre que hay una crisis, la clase trabajadora es la más perjudicada. Pero esta crisis ha dejado ver puestos de trabajo que antes eran invisibles, como las/los cajeras/os de supermercado, recolectoras/es del campo, repartidoras/es, informáticas/os… que se han vuelto esenciales.
Tampoco podemos olvidarnos de las/os autónomas/os y pymes que se han visto golpeadas/os por esta crisis y aun así han puesto todo su ingenio, esfuerzo e imaginación para que la población en su conjunto pueda seguir teniendo suministros.
Nos toca aprender de una pandemia que ha mostrado las carencias de un modelo económico-social que, en las últimas décadas, ha recortado y/o privatizado los servicios públicos. Creemos en lo común como bien colectivo, lo público como garante de la igualdad de oportunidades
La nueva normalidad tiene que basarse en un sistema público de calidad donde la educación, la investigación I+D+I y la sanidad sean los motores de la recuperación.
Por ello es esencial:
- Invertir en lo público tanto técnica como humanamente
- Eliminar la precariedad y la temporalidad laboral
- Regular el teletrabajo para que garantice la conciliación y la productividad